LA PANDILLA DEL MONSTRUO.
Era una tarde cualquiera de 1988. Yo era un niño de ocho años de edad como cualquier otro que tenía que acudir al dentista, por culpa de una muela de esas conflictivas. Tenía un miedo atroz a los dentistas, y, a decir verdad, no me apetecía para nada ir. De camino a la consulta, pasamos por el videoclub del barrio y en el escaparate tenían expuesto un 'flyer' gigante de "Una pandilla alucinante", una película que reunía a todos los monstruos que más molaban por aquel entonces, los cuales se las tenían que ver con una pandilla de chavales típica en los filmes infantiles de aquellos lares. Mi madre me dijo que si me portaba bien me la alquilaría para que pudiera verla. Dicho y hecho, entré a la consulta envalentonado, y, sin apenas darme cuenta, me quitaron la maldita muela. De camino a casa, mi madre cumplió con su parte del trato y me alquiló la película, que vi nada más llegar a casa en el vídeo comunitario VHS, con un helado en la mano y con la boca entumecida del anestésico. Esa fue la primera vez que pude disfrutar de la "pandilla del monstruo".